Es curioso,
pienso en la fatalidad que inundaba aquel andén
y no me explico
cómo no reparé en tus ojos,
cómo no contemplé tus labios,
cómo no tuve en cuenta que,
a pesar de aquella patrulla que llegaba husmeando
enfundada en verde uniforme de fajina
haciendo sonar sus fales y sus borceguíes,
tu pequeño busto también estaba allí...
Cómo reaccioné mecánicamente
diseñando una biografía de ocasión para esos “otros”
que no éramos,
y como mecánicamente resigné una y otra vez
tus sueños y los míos.
Te pido disculpas sin esperar respuestas.
Fuimos dos adolescentes que hicieron lo que pudieron.
Y lo que pudimos no fue poco.
Si algo importante quedó en el tintero
será porque la vida era tan breve entonces...
Jorge Falcone
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