Este 25 de octubre, se realizó en Chile, un plebiscito para decidir
si reformar la Constitución vigente, heredada de Pinochet.
El resultado a favor de la reforma fue abrumador superando
el 78 % contra menos del 22% de los votos por el rechazo. Participaron más de 7
millones y medio de personas.
No hay que perder de vista el hecho principal: este llamado
a la reforma de la Constitución es causa de las masivas movilizaciones durante
el estallido social del año pasado.
Lo principal es la movilización popular y obviamente, lograr
transformarla en organización.
Lamentablemente, este proceso tiene grandes piedras en el
camino.
Desde fines del año pasado venimos señalando desde nuestra
organización que se vienen metiendo sectores progresistas, inundando los
reclamos con sus planteos: feminismo verde, aborto, paridad de género, indigenismo,
etc. Aparte se producen ciertos hechos como la quema de iglesias, que es
perjudicial en un país mayoritariamente católico.
En Argentina luego del 2001, se vivió un proceso parecido:
estallido social, movilización popular, asambleas, etc. Incluso la consigna “Que
se vayan todos” fue retomada en Chile durante el estallido (incluso se escucha
este año).
Acá todo terminó en unas asambleas de vecinos manejadas por
el progresismo independiente y algunos partidos de izquierda. Eso produjo que
cada día fueran menos representativas y terminaran en discusiones y peleas
entre sus integrantes.
Luego de un par de años, ganó el kirchnerismo y desde su
gobierno terminó reorganizando el sistema en una versión más progre. Donde hoy
vivimos la continuación de eso de la mano de Alberto Fernández.
La única garantía que se logre un beneficio para el pueblo
es lograr la Organización Popular, verdaderamente representativa. Si todo queda
en manos de la partidocracia, no cambiarán más que algunas cosas superficiales
y a la larga el pueblo se desmovilizará y terminará dividido en multitud de
grupos, donde los reclamos mayoritarios sean relegados por las ideas de cada
orga. Lo que pasó (y sigue pasando en Argentina).
Los chilenos ya vivieron algo semejante luego del triunfo
del No a Pinochet en 1988. Ahí, luego de las grandes movilizaciones de esos
años, no se logró un gobierno popular.
Al final, se terminó en la burbuja de la democracia liberal para
pocos. Que recién explotó el año pasado.
Veremos si en Chile se logra una verdadera Revolución Popular
donde se construya un país para todos, con Justicia Social.
Eugenio Luis Germino.
Trinchera del Peronismo Revolucionario.
Octubre 2020
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