Solamente los fanáticos -que son idealistas y son
sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al
pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar
dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de
casualidad. Los fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de
la historia. Me gustan los héroes y los santos. Me gustan los mártires,
cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo. El fanatismo que convierte
a la vida en un morir permanente y heroico es el único camino que tiene la vida
para vencer a la muerte. Por eso soy fanática. Daría mi vida por Perón y por el
pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir
con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de
mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados.
El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus
batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus
enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por
eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder
y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros
sí. Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la
inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón. No pueden ser
fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol. Frente a
frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con
nuestro fanatismo, siempre venceremos nosotros. Tenemos que convencernos para
siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en
el fuego sagrado del fanatismo. Quemarnos para poder quemar, sin escuchar la
sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de prudencia. Ellos,
que hablan de la dulzura y del amor, se olvidan que Cristo dijo: "¡Fuego
he venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!" Cristo
nos dio un ejemplo divino de fanatismo. ¿Qué son a su lado los eternos
predicadores de la mediocridad?
Eva Perón, Capitulo 6 de su libro: "Mi Mensaje."
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