Carta de Mauricio Hernández Norambuena referida a los últimos acontecimientos que remecen a nuestro país.
La sorpresa y el asombro me roban las palabras, las
empequeñecen las potentes imágenes de la protesta social, imágenes que
despiertan diversas emociones y también reminiscencias de otras rebeldías y
luchas, pero de un mismo sueño de justicia social. Desde este minúsculo rincón,
solo puedo ser espectador, no por opción sino por sentencia, y además sonrío sí
e intento comprender la nueva realidad que ustedes han instalado con tanta
convicción, donde la rabia ha reemplazado los miedos y ese vendaval de demandas
sociales y políticas ha descolocado totalmente a las élites. Veo que éstas se
apresuran a abrir sus billeteras para acallar el grito ensordecedor que exige
no más abuso; o sea, respeto a su dignidad. Sin embargo, las élites tan
distantes de la calle y demasiado apegadas a su riqueza material, no entienden
todavía que si bien la mejora material en la vida del pueblo es necesaria y
urgente, la dignidad de las personas es más importante.
Es conmovedor y gratificante observar las calles de nuestro
país tomadas con alegría y determinación, más aún frente a la represión
hambrienta de mutilar o acaso de matar, sobre todo a esa juventud combatiente
que dijo basta.
El pueblo en la calle ha asumido su soberanía y se
multiplican las asambleas, para encontrarse, compartir, dialogar y definir qué
país queremos. Ustedes han aquilatado su poder rápidamente, el poder del pueblo
movilizado “ha llegado la hora del cabildo y no se ha de escuchar más que su
voz”.
Veo el desconcierto y el temor de las élites ante éste nuevo
escenario, un día desbordan humildad, otro empatía y a diario consultan a sus
intelectuales orgánicos para que descifren el panorama pero todo en vano hasta
hoy, solo palos de ciego. Una vez más la realidad continua teniendo más
imaginación que los hombres. En los últimos días se ha instalado el discurso
del empate por parte de un sector de la clase política, 'todos somos
responsables', 'no hay izquierda ni derecha', 'todos queremos lo mismo',
democracia, igualdad etc…” Luego que el mantra inicial de la criminalización de
la protesta social, fracasó. El discurso de los ‘violentistas’, ‘vándalos’ y
‘delincuentes’ (no nos recuerda aquel tirano?) dio paso al discurso de 'la
legítima manifestación pacífica'… Éste travestismo retórico intenta salvar algo
de credibilidad, pero todos sabemos muy bien qué sectores políticos han sido y
son más afines y defensores a ultranza del actual modelo neoliberal, modelo que
reproduce la desigualdad y que está protegido por la constitución
(Pinochet-UDI-Concertación) para impedir su cambio. La sabiduría del pueblo
ejerciendo su soberanía con los cabildos desplegados en todo el país, se
manifiesta cuando se multiplican sus voces que señalan como prioritario y
fundamental generar una nueva Constitución. El futuro ya no está cerrado, lo
abrieron los estudiantes secundarios con su audacia y creatividad. Gracias por
darnos esta esperanza y comenzar a elevar la dignidad de Chile. Ese futuro lo
continúa ensanchando el pueblo participando en los diálogos y debates
colectivos y fraternos, en las marchas, pero también y por sobre todo los
muertos, los heridos, los torturados y los detenidos abonan la seriedad de este
caminar.
Abrazos, y estamos juntos!
Ramiro- Prisión Política
(Stgo. 28 – oct. 2019)
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